viernes, 24 de agosto de 2007

LA AMANTE




En la mirada incierta de una amante enamorada,
Se desgarran las palabras
Al emitir el sonido del adiós.

El adiós que rompe un llanto interno,
Preciso y doliente,
Creando un ambiente de miseria y dolor.

Donde los ecos corren a la velocidad de las palabras,
Sin que estas puedan dejar su huella,
Sin que puedan cerciorarse de que estuvieron allí.

Entre las sabanas de seda,
Se envuelve el adiós
Y la desesperación,
De una mujer que ama
Y que solo obtiene migajas;
Las cuales la alimentan
Y le crean la necesidad de un estomago vacio,
En la incertidumbre de necesitar más.

Deseando un manjar,
Que su boca no podrá saborear,
Pues lo que ama,
No le pertenece,
Solo en momentos claves,
Cuando él se escapa a verle.

Suplicándole al tiempo que corra deprisa,
Para poder volver a verle,
Para poder volver a tenerle.

Rasgándose el alma,
Su pena le acompaña,
Hasta que de nuevo salga el sol
Y ella espere hasta el atardecer,
La entrada de él,
A su almohada.

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