jueves, 17 de septiembre de 2009

Acostumbrándome


Me pregunto qué sabor tienen las palabras,
las que emanan de tú boca cuando me rozan como espada el corazón,
las que hacen tenue el dolor punzante en mi pecho
y se incrementa mientras más expones tus mensajes al viento.

Crean el delirio de mi muerte de creerte,
de sentirme protegida o amada, algunas pocas veces.

Me lastiman,
son sabores que amargan,
que emparchan mi mirada de gotas negras,
que recorren hasta mis labios
y llegan a mi blusa que era blanca,
que ahora yace entre puntos negros que delatan mi hurtado maquillaje.

Es mejor secar el rostro con el tiempo,
enterrar tus palabras en la ignorancia,
mientras me despido con un beso de no Judas,
que me hacen no correr cuando los frutos te linchan,
sino que permanezco ayudándote,
hasta que me sigan las fuerzas
y la ignorancia me funcionen.
Permaneceré aquí, pero aun así, lejos de ti.