domingo, 1 de julio de 2007

AZUA


reloj e iglesia, parque de Azua












El sur apunta un lugar
De colores,
Conocido por otros como Compostela,
De tierra árida
Y gente alegre
De sonrisa calidad
Que baila merengue.

Pueblo pequeño que inspira paz
Tierra de vencedores
Que lucharon a´pedra

Un 19 de marzo
Salieron a pelear
Con palos
Y piedras
Los sacaron del lugar.

Marcaron con su hecho
Historia nacional
Donde lucharon heroicos
Para aportar

A la libertad.

Esta tierra de gallardos
Un heraldo dio frutos
Dándole valor a las letras
Que admiró
Como un diamante en bruto.

Héctor J. Díaz,
Emisario azuano internacional
Poeta de carácter dulce,
Que plasmó con sus letras
Amor por su tierra natal.

De grandes gobernadores
Como Plinio Pérez Jiménez,
Que con aplomo
Y disimulo
Entrego al pueblo
Cultura
y amor puro.

Tierra de amaneceres secos
De brisas frescas en enero
¿Porque tus hijos han de abandonarte?
Si eres fuerte
Si eres nuestra
Si eres Azua de Compostela.

De parques preciosos
De un mundo distinto
De amantes de Dios
De hombres con futuro.

Monte Río,
Valle san Miguel,
Playa Caracoles,
Entre otros ríos
Y demás colores
Que en vez de mencionarlos
Hay que recórrelos.

Productora de tomates
Exquisitas frutas que tu vientre da
Una tierra que ha envejecido
Pero que no se ha cansado de granar.

Tus bellezas
Están resguardas por tu suelo árido,
El polvo
Y el sudor
De la gente que te admira
Que progresa de ti
En lo mejor.

Los corredores conocen tu Recta
Pero no tu corazón,
Si descubrieran tus playas,
Tus ríos
Y tú historia
Entrarían en otro renglón.

Tú bahía
Azul como el cielo
Que me inspira a plasmarte
En hojas blancas
Y tintas de fuego
Que declaren tu hermosura
Tal como la vemos.

¡Hombre sureño!
De corazón contento
Que luchas
Y te fajas
Por abrazar la claridad
De ser alguien
Y no un holgazán.

Tus negras noches
Destellan los luceros
Dándote más belleza
Para seguir amándote
Hasta el final.

Aunque muchos de ti no progresan
Aun luchan por trabajar,
Vendiendo china
maní
Lo que sea
Pero siempre en la bondad.

No siempre te irá mal
Porque tu suerte está echada
Cada vez que sales a trabajar.

Defiendo mi pueblo
Defiendo su historia
Porque de allí vengo yo
Allí conocí sus glorias.

Pueblo que no descansa
Que de sí siempre ha dado lo mejor
Mira que ande por tus calles
Así lo comprobé yo.

Por eso Azua,
Mi pueblo querido,
Se valiente
Que aunque el polvo
Y el calor te atormenten
Siempre seguirás en mi corazón.

ESTA Y OTRA VEZ



Me preguntas si te amo,

que si siento está vez,

mientras me quedo pensando,

que no te quise

y no te querré.


Que mis rosas blancas,

que llegaron al altar,

se marchitaron está vez,

con el primer puñetazo,

que me lanzaste al atardecer.

Con moretones en mi rostro

y un brazo roto,

te contesto,

mil veces

y te digo que no te ame.


Que algún día prometí,

estar al lado de alguien,

que con sus huellas firmes,

una vez amé.


Pero no se ha donde ha ido,

no se a donde fue,

me dejo en este hogar,

de maltratos

y entorpecer.


De nuevo he caído al piso,

con otro hueso roto

e insultos otra vez,

solo pensando en irme

o a donde volar esta vez.


Un pensamiento llano

y vago,

hacen que no sienta

ninguno de tus puñetazos,

mientras dirijo la mirada

a un jarrón que suspira mi osadez.


Cansado ya estas

y a la calle huyes ya,

mientras empiezo a empacar

los harapos que me quedan,

otra vez.


Me dispongo a marchar

cuando llegaste otra vez

suplicándome como tantas veces

que no te deje

que erraste ayer.


Con el dolor de mi cuerpo

sigo caminando

mirando aquella puerta

por la que un día entre

llena de suspiros

con ansías buenas

enamorada me entregue.


Hoy solo la veo

como la puerta,

la salida,

mi consuelo,

de poder empezar otra vez

y de irme de al lado

del infiel del cual me enamoré.


Obstruyes la luz de mi boleta de salida,

la cual miraba a media vista

por mis ojos inflamados,

que veían su fuga,

me hundes en el piso,

con insultos,

patadas

y trompadas

otra vez.


Ahogada en mi propia sangre

me arrastre a la cocina

donde preparaba lo que querías

tome la daga

con la que tan gustoso comías

y la atravesé en tu zapato

mientras me desvanecía.


Cayendo en una inconciencia

de la cual solo desperté

con vendas

y suero

en un lugar,

al que le llaman

hospital.


Entre lo que distingo

un ángel con agua

me dice con voz sigilosa

"duerme pequeña, el ruin encarcelado fue"

palabras que no contesté

sino que dormí,

dormí,

y dormí,

soñando que ya era libre,

que podía ser feliz,

esta y otra vez.