jueves, 1 de noviembre de 2007

Ayuda para la Srta. David



Sin forzar mi mirada,
veo como la luz se trepa por mi ventana,
esclarece lo no visto,
lo oculto en mi habitación.

Se presenta la realidad adversa de la vida,
coloreando los matices grises de las lenguas mal habladas.

He visto a la Srta. David
y ella no me ha visto a mí,
he puesto el escepticismo delante de su almohada,
ha pedido auxilio,
la reverencia del miedo a socorrido su voz,
clama al reverso de la moneda,
mientras ella está siendo lanzada a la suerte.

Pero no soy solo yo la que decide,
sino la miniatura y el gigante que habitan en mi casa,
a ellos les perjudicara la ayuda imparcial que pueda de mi beneficiarla.

Todos alguna vez quisimos huir,
negar la presencia abstracta de lo que no se distingue,
de lo que se pierde en la nada,
en la boca del destino,
cubierto del pasado del tiempo.

Retratando sin sabores de emails enviados,
de preguntas surgidas al recibir una respuesta,
pero cuanto tiempo le queda a la Srta. David,
será cuestión de años…meses…días u horas?
Siendo prisionera de sí misma en la cárcel creado por la avaricia,
acariciando su pelo
y apuñalando su espalda,
aquel a quien le llama tío.

Su única familia es la cuenta bancaria que llena su futuro de bienestar,
manchada de la sangre que sale a borbotones de un padre,
que dio su cuerpo al defender sus fuerzas.

Estoy de tu lado Srta. David,
pero sigo rascando mi conciencia,
para saber qué es lo correcto y lo que no,
pero aun así…ya he tomado una decisión
y los mosquitos familiares me pinchan
y me crean un cuento,
me narran la hazaña atroz,
de una mujer que ayudo a otra
y en la fosa profunda…quedo

“Que hemos arriesgado por ayudar a otra? La vida? Tiempo? Recuerdo un refrán: si no vives para servir, entonces no sirves para vivir. CREO QUE YA TOME UNA DECISIÓN Y AHORA ME ESTOY DANDO CUENTA DE ELLO”
“Mis poemas algunos son de vivencias, otros de tragedias vividas por otros y otros son ideados por mi cabeza inquieta”.