lunes, 13 de julio de 2009

El Sueño de Isidoro



"Está imagen es de la internet: http://desdehuesca.blogspot.com/2007_06_01_archive.html".

Está lloviendo otra vez, son la una de la madrugada, Jerome e Isidoro tienen que empezar a trabajar, enterrar sus pies descalzo en el fango de barro del Valle del Nilo, escabullirse entre los tamarindos, acacias, sauces, palmeras y sicomoros, que rozan sus cuerpecitos vestidos de ropas ligeras, hasta poder adentrarse en los cultivos de hibiscos, adelfas, buganvillas, para poder por fin llegar a los jazmines.
Es agosto, el mejor tiempo para extraer los jazmines, que florecen de Julio a octubre y solo pueden ser extraídas de noche; Isidoro, Jerome, como otros niños que allí trabajan, toman con sus pequeñas manos la flor de jazmín y la depositan en canastas que cuelgan de sus brazos. Entre la oscuridad, los sonidos de los saltamontes y los sapos, se escucha la voz de Isidoro: -“مليء بالنجوم تحت قبة تقع بلادي الروح العطشي الى العثور على بعض في المستقبل حتى في يد الله ”. Sus ojos negros, piel morena y pelo negro lacio, que al mirar el cielo, recordó las palabras de su padre, que este le dijo antes de que muriera de tuberculosis; sacude ese pensamiento y sigue recogiendo con sus manos los jazmines y guardándolos en su canasta.
Jerome , su amiguito de nueve años, de piel morena, ojos café, pelo negro lacio y de manos ásperas para su edad, que trabaja junto a Isidoro, trata de buscarlo en la oscuridad, guiándose del sonido de la voz de Isidoro, y le dice.

-Isidoro, ¿de nuevo repites las palabras de tu padre?
-Si Jerome, sabes que al iniciar el trabajo me gusta recordar las palabras sabias de mi Baba.
-Me dijiste el año pasado que no regresarías aquí, que irías tras tus sueños en Assuan, ¿porque viniste Isidoro?
-No pude elegir Jerome, necesito guardar más libras de Egi para poder ir Assuan .
-Lo siento Isidoro. – Pensando de que le hablara para cambiar el tema, mientras toma otro jazmín con sus manos - ¿Puedes hablarme de tu héroe? la noche es larga y no quiero caer al fango del cansancio de nuevo, para que el vigilador no me bastonee… - persuadiendo a Isidoro- Sé que me las has contado muchas veces, pero dímela de nuevo, mi Baba nunca me ha contado historias como te contó el tuyo.

Comienza Isidoro a contarle las hazañas de Sinohe, un joven egipcio que escapo de las manos de sus enemigos, huyendo para poder salvar su vida y se exilia en otras tierras, luego de un tiempo retorna ya de adulto a su querido Egipto, lleno de victorias por las peleas ganadas contra malhechores, los egipcios ven en él una especie de libertador, y le hacen honores; luego muere de anciano lleno de gloria. –Instantáneamente Isidoro termina el cuento, lo interroga Jerome-.

-¿Tu quisieras ser como Sinohe, Isidoro?
-Sí. Porque como decía mi Baba, el destino quería decidir por él, pero el pudo domar su destino al luchar contra los malos y ser un héroe, yo quiero ser un héroe y sé que puedo serlo Jerome, así lo siento.
-Yo nunca he pensado en eso Isidoro, el trabajo no me deja pensar en nada más.
-Yo no dejare de hacerlo, no quiero seguir trabajando en este Valle hasta morir como Xenocles, que murió aquí de trombosis y nadie se dio cuenta hasta que el sol salió. No quiero eso para mí, Jerome.
-Ya tienes cinco años aquí Isidoro, todos los años dices que no vendrás y ya cumpliste los once.
-Este será el último, estos son las últimas libras de Egi que me hacen falta para irme de aquí.
-Déjame acompañarte Isidoro, por favor, sabes que solo tengo a mi Baba que me maltrata, déjame ir contigo.
-Está bien, te llevare conmigo Jerome.
-¿Iremos Assuan?
-Sí, iremos a Assuan, allí buscaremos el hacedor de sueños.
Jerome e Isidoro aun hablando, se les acerca sigiloso y escondiendo la luz del foco el Vigilador, los interrumpe con bastonazos en la espalda, mientras le vocifera:
- ¡¡Dejen de hablar y pónganse a trabajar o los saco ahora mismo!!

Isidoro y Jerome, no gritan por el dolor que les causan los bastonazos en sus costados, solo se levantan del fango de barro y limpiando sus manos con la poca tela limpia que quedo de su ropa sucia de lodo, la estrujan contra si, hasta dejar sus manos, aparentemente limpias, y siguen trabajando. La noche se hace larga por el cansancio del trabajo, las estrellas no hacen lujo de su luz y no habrá luna llena hasta mediados de agosto; el peso del lodo de barro amontonado y mojado en sus pies, que avanzan paso a paso, haciendo una extrema fuerza para levantar el pie lleno de lodo y luego sumergirlo de nuevo, para poder avanzar, los golpes en la espalda hacen su estragos de dolor, de incomodar más la situación atenuante de cansancio, y se les suma el sueño que carcome sus ojitos; aun así la noche sigue avanzando, se va haciendo más oscura, porque los rayos del sol ya hacen intento de asomo. Sus cuerpecitos cansados, trasnochados y cubiertos del frio y arropados de cansancio, siguen trabajando.

El sol hace alardeo de su resplandor, dejando sin lucidez a los niños del Valle del Nilo que trabajan, Isidoro levanta el rostro, luchando contra el sol, sonríe; sonríe como si el sol quisiese decirle algo.

-¿Porque sonríes Isidoro? Pregunta Jerome.
-Porque es un nuevo día y es el primer día de todos los días que nos quedan por vivir.
Salen a las 12 del día de trabajar, con el estomago pegado a sus costillas del hambre, el sueño entre los huesos y la espalda amoratada y cansados.
-Ya me dieron mi paga, Isidoro.
-Pues, vámonos al bote que mi Baba me dejo y así dormiremos camino a Assuan.

Abordan el pequeño bote viejo de color blanco de bandas azules descoloridas y una inscripción الحالم que significa “Soñador”. Salen en marcha rumbo al sur-este del Rio Nilo, tiran sus bultitos con comida, se desafían y parten. Jerome dejando a su padre que lo maltrataba e Isidoro tras un sueño.
Con un día perfecto habían llegado, sin saber a dónde, porque el sueño les gano la batalla y se habían quedado rendidos al llegar a tierra firme de nuevo, bajan del barco con un poco de sueño aun, en lo que Isidoro ve unos niños que toman agua en vasijas del rio y les grita en son de pregunta.

-¿Saben donde vive el hacedor de sueños? (grita Isidoro)
Los niños le ven y se preguntaban entre ellos - Se referirá al anciano del pueblo – tiene que ser, decían otros. Uno de ellos le dice
-Vive cerca de aquí, en una casa en ruinas, es la única que está a unos cuantos pasos de aquí.
Desembarcan, toman sus bultitos y caminan hacia la casa en ruinas. La puerta caída no les impide el paso, entran y al instante ven a un viejecito en el suelo, de ojos grandes, pero sus parpados caídos por la vejez, barba larga y de color blanco como la nieve, de manos maltratadas y vestiduras desgastadas, se inclinan y se quedan observándolo.
-Han llegado, ya no sabía si llegarían. - Grita el viejo-.
Pregunta Isidoro, obviando lo que declara el viejo. – ¿Es usted el hacedor de sueños?
-No, yo soy el sueño en sí. -Los niños incrédulos, se sientan en el suelo y le preguntan-.
- ¿Como así? No entendemos.
-Ya la mayoría de los niños dejaron de soñar, el Martillo, Los Clavos, el Fango y los Jazmines han tratado por años de robarle el poder de soñar a todos los niños de Egipto, ustedes llegaron aquí, a Assuan, buscando a un hacedor de sueños y me han encontrado.

Los niños con la alegría en el rostro, quedaron a los pies del viejo llenos de un profundo sueño; el viejo, toma consigo una manta y los arropa.
En profundo y largo sueño, que duro un poco más de dos días, se despertaron extrañados, porque se encontraban en una cama cómoda y al pie de la cama había ropas nuevas y zapatos sin hoyos, ellos se cuestionan uno al otro, lo estaremos soñando, en eso entra el viejo y les dice:

-Vayan a bañarse y pónganse sus ropas. Vamos, vamos, vamos – con alegría-.
Ellos sorprendidos, no hicieron preguntas, se bañaron y se cambiaron, después de ponerse sus atuendos entran corriendo a un aposento contiguo, donde ven una mesa con alimentos, salieron corriendo hacia la mesa y comieron hasta saciarse, mientras en son de juegos se pellizcaban uno con otro y reían; el viejo viendo el retozo, vestido de ropas cálidas, con bordados en hilo de oro, se les sienta a la vera de la mesa:

- ¿Quieren seguir viviendo este sueño?
-Si!!!!! - Gritaron juntos de alegría, mientras saltaban-.
-Vayan a jugar con sus amigos al patio, mañana podrán ir al colegio.
Isidoro, sorprendido por tantas cosas, cuestiona al viejo.
– ¿Cómo puede pasar todo esto?
-Creyendo –sonríe- esto no es un sueño Isidoro, este Hogar es una realidad. Es un Hogar para poder cumplir tus sueños Isidoro, estudiaras y llegaras hacer un hombre de bien en tu futuro, al igual Jerome.
-¿Entonces, podre ser un héroe? - diciendo en voz alta para sí- corre al patio junto a Jerome, gritando y saltando.

Al llegar la noche, Jerome e Isidoro, durmieron, descansaron y soñaron, en ese sueño un Ángel les entrego su Imaginación, su Inocencia y la Audacia, que una vez le fueron robadas por el Martillo, Los Clavos, el Fango y los Jazmines, ahora les fueron devueltas y siguen viviendo su sueño, hasta que pronto les sorprenda el días, en que Isidoro y Jerome, retornen a su tierra como héroes….