jueves, 17 de septiembre de 2009

Acostumbrándome


Me pregunto qué sabor tienen las palabras,
las que emanan de tú boca cuando me rozan como espada el corazón,
las que hacen tenue el dolor punzante en mi pecho
y se incrementa mientras más expones tus mensajes al viento.

Crean el delirio de mi muerte de creerte,
de sentirme protegida o amada, algunas pocas veces.

Me lastiman,
son sabores que amargan,
que emparchan mi mirada de gotas negras,
que recorren hasta mis labios
y llegan a mi blusa que era blanca,
que ahora yace entre puntos negros que delatan mi hurtado maquillaje.

Es mejor secar el rostro con el tiempo,
enterrar tus palabras en la ignorancia,
mientras me despido con un beso de no Judas,
que me hacen no correr cuando los frutos te linchan,
sino que permanezco ayudándote,
hasta que me sigan las fuerzas
y la ignorancia me funcionen.
Permaneceré aquí, pero aun así, lejos de ti.

martes, 11 de agosto de 2009

Se me cuela la vida





-¿Por dónde escaparé? Es que soy un imán para la policía. Solo tengo tres días en la ciudad y ya alguien me reconoció. Quisiera saber quien fue el inmundo gusano que me delato, para hacerle tragar la lengua de un zarpazo –se decía para sí Mauricio, mientras abrochaba sus zapatos con tal rapidez que se le olvida abotonarse la camisa-.
Sale en bola de humo por las escaleras de incendio, aun lleva en la boca encendido su cigarro. Salta a un motón de cajas apiladas y su cabeza da con un metal que se escondía entre las cajas, dejándolo inconsciente.
Todo se hace denso, paulatino, las voces que escuchaba, van perdiendo los matices naturales de articulación, parecen entonaciones de monstros que se abrazan con las sombras. Mauricio abre sus ojos, con un fuerte dolor se agarra la parte trasera de la cabeza y descubre un poco de sangre. Se levanta con dificultad y camina tambaleándose de un lado a otro. Al querer salir del callejón, observa que aun hay policías buscándolo, interrogando cuanta persona cruce la calle. Su situación ya era grave, su cabeza seguía sangrando, la adrenalina iba en aumento, no tenia escapatoria, era entregarse a la policía o morir cuan rufián, solo y en un callejón donde abunda la basura.
Por primera vez Mauricio sintió que se le colaba la vida, se le iba por la alcantarilla que construyó: de mentiras, ultrajes y de asesinatos que reclamaban su ida a la cárcel. No tenía salida. Se sienta en el suelo, exhausto, delirando, llorando, sentía la necesidad de que le otorgaran una segunda oportunidad. Mientras sus luciérnagas alucinantes entraban a su cabeza, le picaban los huesos del remordimiento. Se deja caer totalmente al suelo y se encuentra con el pavimento, la sangre huye de su cuerpo, escapándose por el hueco de su cabeza y delatando así su ubicación. Sólo allí, Mauricio yace en el suelo, sin a nadie a quien le duela. Allí a Mauricio…se le cuela la vida.

sábado, 8 de agosto de 2009

Amar


Amar,
es solo lo que es…. amar.
Dejarse llevar con los dulces besos regalados,
saborear gota a gota el sudor de nuestros cuerpos en fricción,
transpirar las miradas en recuerdos de deseos,
es servirme
y dejar que me pruebes.

Es maniobrar mi propia cuerda floja,
balancearte en el cordel de invertir y apostar,
acordarme de quien eres al besar las manos de con quién estoy.

Es transmitir todo lo que eres con una simple sonrisa,
jugarse con la suerte,
ganarle al destino,
burlarse del silencio
y suspirar con el solo sonido de tú voz,
aun cuando no estás.

Amar, es recordarte en canciones dulces,
trastocar los sentidos nefastos y evitarlos,
inspirarme en ver llover el cielo de madrugada
y drogarte con el solo hecho de ver tú mirada.

Es jugarse a la vida y olvidarse de la muerte,
hacerte eterno en el momento de tenerte.
Perderme en tus ojos y buscar en mis adentros,
remover los muebles viejos de mi alma desgastada de infortunios,
de amores de lunas rotas y besos de una sola noche.

Amar, es amarte,
intentar que todo funcione desde la nada,
solo con las fuerzas de amar que se abrazan a mi rama,
aun no conociendo el destino del funcionará;
amarte, es vivirte en el futuro y en el presente,
pensarte a oscuras
y transfigurarte en la mañana,
traicionar a mi ego
y corroborar con el nuestro.

lunes, 13 de julio de 2009

El Sueño de Isidoro



"Está imagen es de la internet: http://desdehuesca.blogspot.com/2007_06_01_archive.html".

Está lloviendo otra vez, son la una de la madrugada, Jerome e Isidoro tienen que empezar a trabajar, enterrar sus pies descalzo en el fango de barro del Valle del Nilo, escabullirse entre los tamarindos, acacias, sauces, palmeras y sicomoros, que rozan sus cuerpecitos vestidos de ropas ligeras, hasta poder adentrarse en los cultivos de hibiscos, adelfas, buganvillas, para poder por fin llegar a los jazmines.
Es agosto, el mejor tiempo para extraer los jazmines, que florecen de Julio a octubre y solo pueden ser extraídas de noche; Isidoro, Jerome, como otros niños que allí trabajan, toman con sus pequeñas manos la flor de jazmín y la depositan en canastas que cuelgan de sus brazos. Entre la oscuridad, los sonidos de los saltamontes y los sapos, se escucha la voz de Isidoro: -“مليء بالنجوم تحت قبة تقع بلادي الروح العطشي الى العثور على بعض في المستقبل حتى في يد الله ”. Sus ojos negros, piel morena y pelo negro lacio, que al mirar el cielo, recordó las palabras de su padre, que este le dijo antes de que muriera de tuberculosis; sacude ese pensamiento y sigue recogiendo con sus manos los jazmines y guardándolos en su canasta.
Jerome , su amiguito de nueve años, de piel morena, ojos café, pelo negro lacio y de manos ásperas para su edad, que trabaja junto a Isidoro, trata de buscarlo en la oscuridad, guiándose del sonido de la voz de Isidoro, y le dice.

-Isidoro, ¿de nuevo repites las palabras de tu padre?
-Si Jerome, sabes que al iniciar el trabajo me gusta recordar las palabras sabias de mi Baba.
-Me dijiste el año pasado que no regresarías aquí, que irías tras tus sueños en Assuan, ¿porque viniste Isidoro?
-No pude elegir Jerome, necesito guardar más libras de Egi para poder ir Assuan .
-Lo siento Isidoro. – Pensando de que le hablara para cambiar el tema, mientras toma otro jazmín con sus manos - ¿Puedes hablarme de tu héroe? la noche es larga y no quiero caer al fango del cansancio de nuevo, para que el vigilador no me bastonee… - persuadiendo a Isidoro- Sé que me las has contado muchas veces, pero dímela de nuevo, mi Baba nunca me ha contado historias como te contó el tuyo.

Comienza Isidoro a contarle las hazañas de Sinohe, un joven egipcio que escapo de las manos de sus enemigos, huyendo para poder salvar su vida y se exilia en otras tierras, luego de un tiempo retorna ya de adulto a su querido Egipto, lleno de victorias por las peleas ganadas contra malhechores, los egipcios ven en él una especie de libertador, y le hacen honores; luego muere de anciano lleno de gloria. –Instantáneamente Isidoro termina el cuento, lo interroga Jerome-.

-¿Tu quisieras ser como Sinohe, Isidoro?
-Sí. Porque como decía mi Baba, el destino quería decidir por él, pero el pudo domar su destino al luchar contra los malos y ser un héroe, yo quiero ser un héroe y sé que puedo serlo Jerome, así lo siento.
-Yo nunca he pensado en eso Isidoro, el trabajo no me deja pensar en nada más.
-Yo no dejare de hacerlo, no quiero seguir trabajando en este Valle hasta morir como Xenocles, que murió aquí de trombosis y nadie se dio cuenta hasta que el sol salió. No quiero eso para mí, Jerome.
-Ya tienes cinco años aquí Isidoro, todos los años dices que no vendrás y ya cumpliste los once.
-Este será el último, estos son las últimas libras de Egi que me hacen falta para irme de aquí.
-Déjame acompañarte Isidoro, por favor, sabes que solo tengo a mi Baba que me maltrata, déjame ir contigo.
-Está bien, te llevare conmigo Jerome.
-¿Iremos Assuan?
-Sí, iremos a Assuan, allí buscaremos el hacedor de sueños.
Jerome e Isidoro aun hablando, se les acerca sigiloso y escondiendo la luz del foco el Vigilador, los interrumpe con bastonazos en la espalda, mientras le vocifera:
- ¡¡Dejen de hablar y pónganse a trabajar o los saco ahora mismo!!

Isidoro y Jerome, no gritan por el dolor que les causan los bastonazos en sus costados, solo se levantan del fango de barro y limpiando sus manos con la poca tela limpia que quedo de su ropa sucia de lodo, la estrujan contra si, hasta dejar sus manos, aparentemente limpias, y siguen trabajando. La noche se hace larga por el cansancio del trabajo, las estrellas no hacen lujo de su luz y no habrá luna llena hasta mediados de agosto; el peso del lodo de barro amontonado y mojado en sus pies, que avanzan paso a paso, haciendo una extrema fuerza para levantar el pie lleno de lodo y luego sumergirlo de nuevo, para poder avanzar, los golpes en la espalda hacen su estragos de dolor, de incomodar más la situación atenuante de cansancio, y se les suma el sueño que carcome sus ojitos; aun así la noche sigue avanzando, se va haciendo más oscura, porque los rayos del sol ya hacen intento de asomo. Sus cuerpecitos cansados, trasnochados y cubiertos del frio y arropados de cansancio, siguen trabajando.

El sol hace alardeo de su resplandor, dejando sin lucidez a los niños del Valle del Nilo que trabajan, Isidoro levanta el rostro, luchando contra el sol, sonríe; sonríe como si el sol quisiese decirle algo.

-¿Porque sonríes Isidoro? Pregunta Jerome.
-Porque es un nuevo día y es el primer día de todos los días que nos quedan por vivir.
Salen a las 12 del día de trabajar, con el estomago pegado a sus costillas del hambre, el sueño entre los huesos y la espalda amoratada y cansados.
-Ya me dieron mi paga, Isidoro.
-Pues, vámonos al bote que mi Baba me dejo y así dormiremos camino a Assuan.

Abordan el pequeño bote viejo de color blanco de bandas azules descoloridas y una inscripción الحالم que significa “Soñador”. Salen en marcha rumbo al sur-este del Rio Nilo, tiran sus bultitos con comida, se desafían y parten. Jerome dejando a su padre que lo maltrataba e Isidoro tras un sueño.
Con un día perfecto habían llegado, sin saber a dónde, porque el sueño les gano la batalla y se habían quedado rendidos al llegar a tierra firme de nuevo, bajan del barco con un poco de sueño aun, en lo que Isidoro ve unos niños que toman agua en vasijas del rio y les grita en son de pregunta.

-¿Saben donde vive el hacedor de sueños? (grita Isidoro)
Los niños le ven y se preguntaban entre ellos - Se referirá al anciano del pueblo – tiene que ser, decían otros. Uno de ellos le dice
-Vive cerca de aquí, en una casa en ruinas, es la única que está a unos cuantos pasos de aquí.
Desembarcan, toman sus bultitos y caminan hacia la casa en ruinas. La puerta caída no les impide el paso, entran y al instante ven a un viejecito en el suelo, de ojos grandes, pero sus parpados caídos por la vejez, barba larga y de color blanco como la nieve, de manos maltratadas y vestiduras desgastadas, se inclinan y se quedan observándolo.
-Han llegado, ya no sabía si llegarían. - Grita el viejo-.
Pregunta Isidoro, obviando lo que declara el viejo. – ¿Es usted el hacedor de sueños?
-No, yo soy el sueño en sí. -Los niños incrédulos, se sientan en el suelo y le preguntan-.
- ¿Como así? No entendemos.
-Ya la mayoría de los niños dejaron de soñar, el Martillo, Los Clavos, el Fango y los Jazmines han tratado por años de robarle el poder de soñar a todos los niños de Egipto, ustedes llegaron aquí, a Assuan, buscando a un hacedor de sueños y me han encontrado.

Los niños con la alegría en el rostro, quedaron a los pies del viejo llenos de un profundo sueño; el viejo, toma consigo una manta y los arropa.
En profundo y largo sueño, que duro un poco más de dos días, se despertaron extrañados, porque se encontraban en una cama cómoda y al pie de la cama había ropas nuevas y zapatos sin hoyos, ellos se cuestionan uno al otro, lo estaremos soñando, en eso entra el viejo y les dice:

-Vayan a bañarse y pónganse sus ropas. Vamos, vamos, vamos – con alegría-.
Ellos sorprendidos, no hicieron preguntas, se bañaron y se cambiaron, después de ponerse sus atuendos entran corriendo a un aposento contiguo, donde ven una mesa con alimentos, salieron corriendo hacia la mesa y comieron hasta saciarse, mientras en son de juegos se pellizcaban uno con otro y reían; el viejo viendo el retozo, vestido de ropas cálidas, con bordados en hilo de oro, se les sienta a la vera de la mesa:

- ¿Quieren seguir viviendo este sueño?
-Si!!!!! - Gritaron juntos de alegría, mientras saltaban-.
-Vayan a jugar con sus amigos al patio, mañana podrán ir al colegio.
Isidoro, sorprendido por tantas cosas, cuestiona al viejo.
– ¿Cómo puede pasar todo esto?
-Creyendo –sonríe- esto no es un sueño Isidoro, este Hogar es una realidad. Es un Hogar para poder cumplir tus sueños Isidoro, estudiaras y llegaras hacer un hombre de bien en tu futuro, al igual Jerome.
-¿Entonces, podre ser un héroe? - diciendo en voz alta para sí- corre al patio junto a Jerome, gritando y saltando.

Al llegar la noche, Jerome e Isidoro, durmieron, descansaron y soñaron, en ese sueño un Ángel les entrego su Imaginación, su Inocencia y la Audacia, que una vez le fueron robadas por el Martillo, Los Clavos, el Fango y los Jazmines, ahora les fueron devueltas y siguen viviendo su sueño, hasta que pronto les sorprenda el días, en que Isidoro y Jerome, retornen a su tierra como héroes….

miércoles, 27 de mayo de 2009

“Al chofer de las 6:30”


Es tu vida el desván,
la vitrina perfecta que me deleito en mirar,
creo escucharte a metros de mí,
son como las notas,
tenues y precisas,
impensadas en el momento de crearlas,
pero son tuyas,
tus audibles pisadas.

Es tu vida lo mismo,
caminas al huerto de tus manos,
de tus pies y tus labios,
es tu obligación
¿o será tu deleite?

Solo puedo verte,
no tocarte y conversar,
no saber que hay más allá de tus labios agrietados,
de tu pantalón degastado
y tu pobre desayuno que tomas al llegar.

No sé nada de ti
y aun si,
creo saberlo todo,
te cepillas los dientes con sonrisas,
aplaudes con tus ojos al mirar,
y se destilan tus pasos al hablar,
al pedir prestado un papel de informar.

Es tu vida un desván,
pequeño y oculto al caminar,
negro y sin vida al verte desde allá,
solidario y amigo al verte dormitar.

Son tus manos agrietadas,
trabajosas y cansadas,
el chofer de un pulidor de oro,
que te lanza monedas mensualmente,
mientras rutinariamente le sirves como cuasimodo.

Son tus fuerzas casi nulas,
al pedir prestado a los pies,
que te empujen o te lleven en tren,
al huerto silente que te condenan mensualmente.

Es tu vida el desván,
de toda una vida vivida,
tal vez solo o acompañado,
tal vez a gusto o malhumorado,
pero es tu vida el perfecto desorden organizado,
de lo que llamas vida
y llamo yo silencio.

Silencio porque preferiste estar delante,
cuando pudiste estar detrás,
cuando abres la puerta
y pudiste haber sentido cuando te la abren a ti,
pero es tu vida ya pasada,
ya gastada por los años que te atañen,
por los dilemas de las arrugas
en ubicarse en todo tu cuerpo.

Es tu vida el desván,
la vitrina de otros,
de mí que te veo cada mañana,
a las 6:30 al llegar,
en tu carro viejo
y empujado por la miseria,
por empezar un día no muy diferente al de ayer,
pero es tu vida solo eso
¿o será más y yo no lo veo?

Pero es tu vida… ¿un espejo?

Foto: Fuente Externa

jueves, 26 de marzo de 2009

Capricho


No mires mis ropas sucias,
ni el trapo que llevo en la mano para limpiar los instrumentos que tocas,
mírame a mí,
desde dentro,
desde lo que puedo darte ahora en este preciso momento.

Permítete experimentar lo que puedo ofrecerte,
lo que puedo lograr si me dejas amarte.
No me grites que no puedes,
que me aleje y te olvide,
no busques barreras que no hay,
en una época moderna donde el amar es primordial.

Olvídate que limpio tu casa,
tus cosas y de que te sirvo el té,
permítete conocerme,
permítete encontrar lo que podemos ser estando juntos.

No controles tus labios que mueren por besar los míos,
si te importo un poquito,
permítete sentir lo que te ofrezco,
sino alimenta tu corazón,
puedes devolverlo,
de la manera que quieras
y de la forma que anhelas.

Ahora ven,
que he dejado la escoba a un lado,
el trapo sucio ya he tirado,
para que nos ahoguemos con un solo paso.
Ven y unámonos antes de que mal interprete tu indecisión.

Ven y consumámonos hasta que salga el sol,
y mañana decidiremos quienes seremos entre nosotros dos.

Golpéame mañana con la verdad de no tenerte,
de ser tú el patrón intocable
y yo la sirviente insaciable.

Pero sirvámonos los dos de esta llama que está entre nosotros,
esta llama que permitió un beso y una caricia a mi pelo.

Ahora ven,
que ahora no es el momento de dar conciencia,
solo riendas sueltas a la pasión que nos asecha,
ven ahora… que mañana tendremos en que pensar,
de darnos excusas para no continuar.

Aun la puerta está cerrada,
para que decidas o me dejes olvidar.
Para que experimentes lo que te doy o para que excuses el porqué no ha de pasar.
Ahora decide,
pues mi cuerpo no resiste más.