viernes, 10 de octubre de 2008


Aun disfruto verte a lo lejos,
sentado a la vera del banco,
con los cuadernos entre tus brazos,
pintando unos pensamientos en el aire,
mientras las horas se te pasan allí sentado.

La juventud de tus ojos desapareció,
se fue borrando con el rastro del tiempo,
se fue opacando tu ilusión,
pero aun así,
la descorazonada no te venció.

Sigues firme allí en tu banco,
esperando una bocanada de conversación,
de un alma que como tú, ansié un amor.

Un amor a las letras dulces que compusiste,
que nunca nadie quiso escuchar,
aun así, tus emociones son las mismas que aquel día,
en que me leíste el poema saltando de alegría,
a alguien que por fin te escucharía,
pero no pensaste en eso,
solo en que alguien estaba allí y se acurrucaba para tratarte.

Aun sigo viniendo como brisa fresca a tu banca,
a escuchar lo que tengas hoy que componer,
a deleitarme un poco con el sonido de tu voz.
Pero no soy real, solo soy tu imaginación,
una ficción creada, para llenar el sonido de tu soledad,
para tapar el hueco profundo de tu corazón,
no te importa,
y me compones los poemas más tiernos,
que ninguna locura pudiera imaginar.

Por eso siempre vengo a visitarte,
porque te niegas a entregarte a la realidad,
como yo a la ilusión,
te quiero viejo poeta de amor.