viernes, 19 de octubre de 2007

ULTRAJE


En el pliegue de una noche blanca,
se desborona el cielo negro,
que destella algunas lágrimas,
que acarician el alma de una diabla que sonriéndole a la luna,
se olvida de su madurez.

Pega con retazos un corazón roto,
que desea ser amado,
no amargado de duras razones que entran en su mundo
y definen un sin fin de sabores.

Retrasan la muerte sublime de un alma enamorada,
que entona el auxilio,
de una sangre que emerge a borbotones,
de unas venas palpitantes que enmarcaban,
el descaro de una travesía absurda,
que devora los peces de su alma
y los deja caer en mil pedazos.

Se sumerge en un olvido eminente,
pensando en lo que hizo
y lo que no hizo para que sucediera.


Acariciando con plumas el borde de su cama,
recordando los sabores errantes que probo en esas sabanas,
como manos prohibidas invadieron su lecho
y se apropiaron del derecho que aun no había entregado.

Hiere al viento con sus manos,
buscando el solo descaro de sentirlo en sus dedos,
dominar el coraje que le produjo el secuestro
de su cuerpo,
arropado del deseo imperante,
que se marcaron en su vientre
y mancharon sus adentros,
haciéndola mujer antes de tiempo,
haciéndole sentir que solo es,
una mujer llena de miedos.

“Dedicado: A mujeres abusadas (física, mental y verbalmente), dañando con ello la seguridad en sí misma y la confianza en los demás; apoya a la mujer que veas en esta situación”.